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¿¡En Serio!?

Driving Mr. Shory

Alejandro Diaz 05/07/2015 Opinión

4 de julio de 2015
Alejandro Díaz

Mi padre se encuentra escribiendo un libro sobre el comediante Israel “Shory” Castro. Para esto, se sienta todos los sábados con Shory para hablar de su vida, la cual ha sido una plena y llena de variedad. Como el comediante es oriundo de Mayagüez, mi padre quiso llevarlo a su ciudad natal para despertar memorias que quizás en el comedor de su hogar en Lomas Verdes, Bayamón no encontraría. Aquí es donde entro yo, el chofer. El sábado, 4 de julio de 2015 I was Driving Mr. Shory.

El viaje comenzó a las 9:00am en el hogar del comediante en donde fuimos recibidos por su esposa e hija, a quienes les da su celular antes de salir de la casa porque es nuevo y no lo entiende. Mientras nos despedíamos, su esposa me saca a un lado y me pide que lo cuide porque se marea y no le gusta admitirlo. Su actitud testadura fue evidente tan pronto se montó en el carro y no se quería poner el cinturón. Así que partimos hacia Mayagüez, en un carro alquilado y totalmente desconocido para mí, con Shory Castro totalmente desprotegido. Ya me imaginaba las noticias al otro día: “Shory Castro muere en accidente de carro causado por chofer imprudente”. Lo único en lo que podía pensar es que a mi lado estaba sentado un tesoro nacional y su vida estaba en mis manos.

En el camino Shory no pierde la oportunidad de hacer un chiste. La conversación siempre se desvía sin dificultad hacia el “punch line”. Es como si su vida fuese un “stand up” perpetuo. Ya sea estemos hablando de Luis Muñoz Rivera, a quien culpa por todos los problemas de Puerto Rico por no haberse puesto un condón. O su chiste de como los hombres no aprueban las parejas homosexuales pero les encantan las lesbianas (rim shot). Pero, lo espectacular de esta conversación, era escuchar su método de construir un chiste. Escucharlo hablar sobre como la clave está en la sutileza del “punch line” y la importancia de los detalles en la historia. De las reglas para utilizar palabras soeces y como hoy el doble sentido ya no existe. Esta conversación me hizo apreciar su carrera en otro nivel. Pude observar que su carrera y sus éxitos no fueron suerte, sino producto de su intelecto y arduo trabajo.

Shory es un “entertainer” innato. Sus primeros éxitos fueron en la música como conguero. Compartió la tarima con Tito Puente y tocó en los principales clubes de la ciudad de Nueva York. Luego estuvo en el mismo escenario que Paquito Cordero, José Miguel Agrelot y Tony Muñiz. Sin contar que cantó con Cortijo, conocía al gran Maelo Rivera y era pana de Sylvia Rexach. De todos tiene historias increíbles que ellos preferirían que no se cuenten.

La cantidad de cosas que aprendí es increíble pero tengo que dejar algo para el libro de mi padre. Lo más importante es el sentimiento que me arropó al finalizar el día, nostalgia. Para mí el cinismo y la nostalgia son las dos peores cosas que existen en el mundo. Pero en este día no pude evitar caer en la segunda. Fue tanta que extrañaba hasta la era antes de yo nacer. La era en la que la televisión local importaba. No necesariamente era mejor o peor, simplemente importaba y los productores estaban dispuestos a tomar riesgos. Ahora veo a muchos de los artistas de la generación dorada buscando las migajas que caen de los dos o tres que se mantienen en el poder. Mientras, también veo una clase joven tratando de subir que no encuentra las oportunidades. Lamento no poder haber vivido la era dorada de la televisión puertorriqueña. Se me hace imposible imaginar que cosa igual existió, por esto el 4 de julio del 2015 será un día que nunca se borrará de mi memoria.

 

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About The Author

Alejandro Díaz es un sports geek, amante de Star Wars obsesionado con la televisión. Le gusta el pop, rock, reaggae, salsa, ska y cuando nadie está mirando escucha un poco de bachata, merengue y reggeaton. A pesar de ser malo en los deportes es un campeón en Cranium y Life. Síguelo en Twitter @AlejoDiazRivera